Síndrome de Fasciculaciones Benignas
¿Qué es el Síndrome de Fasciculaciones Benignas?
El síndrome de fasciculaciones benignas es un trastorno neuromuscular que se caracteriza por el movimiento involuntario en las zonas musculares y con terminaciones nerviosas de cualquier parte del cuerpo. El hecho de que estas fasciculaciones aparezcan en una parte del cuerpo u otra no indica que sean más o menos graves ya que es indiferente el lugar en el que estos movimientos involuntarios aparezcan. El síndrome de fasciculaciones benignas no tiene un diagnóstico claro y generalmente no tiene cura, aunque sus síntomas se pueden ver minimizados y en algunos casos pueden incluso llegar a desaparecer con el tiempo.
Fasciculaciones Benignas: síntomas
Los síntomas del síndrome de fasciculaciones benignas son muy variados y cada individuo puede sentir diferentes manifestaciones. El principal síntoma son las fasciculaciones que como hemos dicho pueden presentarse en cualquier zona del cuerpo: pies, gemelos, isquiotibiales, cuádriceps, manos, bíceps tríceps, codos, espalda, párpados, labio, lengua, frente… Cualquier zona muscular o con terminaciones nerviosas puede sufrir este movimiento involuntario. Estas contracciones suelen llamarse comúnmente fasciculaciones pero en una gran parte de los casos se trata de mioclonías. La diferencia entre mioclonías y fasciculaciones es principalmente la intensidad de estos movimientos y la onda que produce y que se registra en la prueba médica llamada electromiograma.
Podemos definir el síndrome de fasciculaciones benigna como una hiper excitabilidad del sistema neuromuscular. A parte de las fasciculaciones localizadas o generalizadas podemos sentir otro tipo de síntomas como pueden ser la fatiga generalizada, sensación de entumecimiento y hormigueo muscular, impresión de punzadas musculares tipo alfileres y agujas, calambres musculares tanto de día pero también mientras dormimos, dolores musculares, dolores de cabeza y dolores generalizados. Este es uno de los motivos por el cual en ocasiones se confunde el síndrome de fasciculaciones benigna con la fibromialgia. Estos síntomas pueden empeorar en periodos de enfermedad, tipo resfriados o gripes, pero también en épocas de estrés y poco descanso.
Fasciculaciones Benignas: causas
Se desconoce totalmente la causa del síndrome de fasciculaciones benignas aunque algunos estudios indican que la causa principal de esta patología son altos niveles de estrés y ansiedad. También se asocia el síndrome de fasciculaciones benignas a desórdenes alimentarios y metabólicos, algún tipo de virus, o incluso ejercicio demasiado vigoroso, aunque estas causas no están probadas ya que muchas personas que padecen el síndrome de fasciculaciones benignas no presentan ninguna de estas manifestaciones aunque en la gran mayoría de casos las personas que sufren el síndrome de fasciculaciones benignas son personas hipocondriacas con grandes niveles de nerviosismo y con alto porcentaje de cortisol en sangre.
Las fasciculaciones benignas no tienen una causa clara por lo que en estos casos la idea de que sea una enfermedad psicosomática coge importancia. Las enfermedades o patologías no tienen siempre una causa orgánica y las fasciculaciones benignas pueden ser una forma de exteriorizar un malestar psicológico. El síndrome de fasciculaciones benignas puede ser una reacción de nuestro sistema nervioso ante una situación que le parece imposible de superar por lo que incontrolablemente nuestro cuerpo se manifiesta a través de signos físicos: fasciculaciones, temblores, dolores… Numerosos estudios han demostrado científicamente que las enfermedades psicosomáticas provocan reacciones físicas y es que ante la imposibilidad de gestionar un estado nervioso alto o extremo nuestro cuerpo somatiza en forma de trastornos cardiacos, úlceras, o desórdenes del sistema nervioso.
Fasciculaciones Benignas: diagnóstico
Todas aquellas personas que estén experimentando algunos de los síntomas anteriormente citados deben de visitar a su médico de cabecera o un neurólogo para hacer una primera exploración física. Será el médico la persona encargada de evaluar si es necesario realizar alguna prueba médica. En algunos casos no será necesario ya que en muchas ocasiones una inspección visual es suficiente aunque en otras circunstancias será necesario hacer un electromiograma que es una prueba neurológica que mide la actividad eléctrica de los músculos y nervios. Esta prueba es determinante para descartar enfermedades neuromusculares progresivas y graves tipo ELA.
Diferencia entre fasciculaciones benignas y malignas
¿Cómo diferenciar fasciculaciones benignas?
Uno de los principales temores de las personas que sufren el síndrome de fasciculaciones benignas es padecer una enfermedad neuromuscular grave progresiva tipo ELA. La manera de descartar enfermedades graves es a través de la prueba médica citada anteriormente: el electromiograma. El EMG (electromiograma por sus siglas) es un estudio del sistema nervioso periférico y los músculos que inerva, y permite diagnosticar enfermedades neuromusculares. La conclusión importante es que si el examen físico realizado por el neurólogo es normal, y el EMG también resulta totalmente normal o no sugiere enfermedad de la neurona motora, el paciente puede estar totalmente seguro de un diagnóstico y un pronóstico completamente benigno. Además, no hay relación alguna entre pacientes que sufren el síndrome de fasciculaciones benignas y el ELA o cualquier otra enfermedad neuromuscular progresiva. Las cifras nos indican que el número de personas que desarrollan ELA después de haber sido diagnosticadas de síndrome de fasciculaciones benignas es estadísticamente el mismo que para la población general. Conclusión: no hay ninguna relación entre síndrome de fasciculaciones benignas y ELA.
La ELA es una enfermedad que afecta a 6 de cada 100.000 personas por lo que es una enfermedad de las nombradas raras. La ELA provoca parálisis progresiva y solamente se pueden tratar de manera paliativa sus síntomas porque no tiene cura. El hecho de que sea una enfermedad progresiva nos da información de gran valor para que las personas que sufren el síndrome de fasciculaciones benignas puedan descartar esta enfermedad ya que con la ELA el músculo muere progresivamente y no se recupera jamás. Nunca, y cuando decimos nunca es nunca: nunca hay días mejores. La ELA avanza interrumpidamente mientras que las personas que sufren fasciculaciones benignas tienen días mejores y días peores. Es decir, algunos días sentimos más dolores que otros, algunos días sentimos más fasciculaciones que otros, algunos días sentimos más fuerza que otros. Esto con la ELA no sucede por lo que la principal manera de distinguir ELA y síndrome de fasciculaciones benignas será el día a día. En el momento que detectemos que un día tenemos más fuerza que el anterior ya podemos descartar totalmente la ELA. Si practicamos deporte y detectamos la más mínima mejoría muscular en tamaño y fuerza ya podemos descartar totalmente la ELA ya que esta mejoría no sería posible. Además, la ELA avanza muy rápidamente y provoca parálisis progresiva, afectando al movimiento, al habla, a la respiración, y de una manera, insistimos, muy rápida. Cuando hablamos de fatiga o debilidad lo hacemos en términos muy importantes como puede ser dificultad para mantenerse en pie o incluso coger un objeto de poco peso como pudiera ser un vaso.
¿Cuánto duran las Fasciculaciones Benignas?
Como hemos comentado anteriormente las fasciculaciones benignas no tienen ni diagnóstico ni tratamiento claro, por lo que las fasciculaciones benignas pueden durar años. El síndrome de fasciculaciones benignas a día de hoy no tiene cura y aunque en algunas pocas personas los signos han desaparecido por completo en la mayoría de los individuos no desaparecerán, dependerá de cada caso en particular. Es común y normal sentir las fasciculaciones las 24 horas del día. El objetivo en estos casos será disminuir la intensidad de estas fasciculaciones así como cualquier otro síntoma relacionado con el síndrome de fasciculaciones benignas.
Fasciculaciones Benignas: tratamiento
Disminuir el estrés y la ansiedad
Rebajar los niveles de estrés y ansiedad es crucial para disminuir los síntomas del síndrome de fasciculaciones benignas. Está demostrado que altos niveles de nerviosismo aceleran y aumentan la sintomatología anteriormente citada. En este apartado trabajar la parte mental y psicológica es vital para controlar nuestro estado nervioso y rebajar la intensidad de las fasciculaciones y/o dolores musculares. Sesiones con psicólogos o psiquiatras han ofrecido buenos resultados en este sentido, así como la medicina alternativa o integrativa tales como la meditación, ejercicios de relajación, la medicina china, la acupuntura o incluso la aromaterapia. Además, la alimentación juega un papel muy importante y es que alimentos sin azúcares refinados y ricos en aminoácidos esenciales y triptófano nos ayudarán a regular nuestro sistema nervioso y nuestro estado de ánimo.
El objetivo de todos estos tratamientos es rebajar nuestros niveles de cortisol, la hormona conocida como hormona del estrés. Está demostrado científicamente que niveles altos de cortisol en sangre pueden provocar síntomas como cambios de humor, cansancio, dolores de cabeza, palpitaciones, hipertensión, falta de apetito, problemas digestivos, infertilidad e interrupción de la menstruación, pérdida de memoria, y dolores o calambres musculares.
Ejercicio
Una gran parte de la población mundial padece trastornos relacionados con el estrés y la ansiedad hasta el punto de necesitar tratamiento médico a base de fármacos destinados a estas patologías. Además, a lo largo de su vida, la mayoría de personas sufren episodios de estrés ya sean puntuales o más prolongados. Existen multitud de estudios que afirman que el ejercicio regular reduce los síntomas de la ansiedad y del estrés en todos sus estados: transitorios o crónicos. El ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza han demostrado reducir los niveles de ansiedad, y dependiendo de cada persona estos beneficios pueden tardar más o menos en aparecer, pero es evidente que el deporte es beneficioso en la reducción de estrés ya que después de una sesión de ejercicio toda persona experimenta un sentimiento de satisfacción y una sensación muy positiva tras completar una sesión de entrenamiento. Esto se debe a que el deporte relaja física y mentalmente ya que la actividad física estimula diferentes partes del cerebro humano responsables de los sentimientos positivos y de la motivación. Otro motivo por el cual el ejercicio disminuye los niveles de estrés es el efecto termogénico y es que cuando practicamos deporte nuestro cuerpo produce calor y este aumento de la temperatura corporal lleva a una relajación post ejercicio. Además, con entrenamientos habituales el cuerpo humano libera betaendorfinas que son responsables de ese cambio en el estado de tensión física y mental que se suele producir inmediatamente después del entrenamiento. Finalmente, durante los episodios de depresión se reducen los niveles de serotonina y de noradrenalina. El ejercicio tiene efectos antidepresivos porque aumenta de manera natural estas sustancias químicas tan importantes para nuestro bienestar emocional.
Estiramientos y masajes
Los estiramientos y los masajes son efectivos a la hora de reducir la intensidad de las fasciculaciones. El método que se debe de utilizar para este propósito son los estiramientos estáticos de la zona afectada. Un estiramiento estático consiste en relajar y alargar simultáneamente el músculo que se desea estirar. Se realizan a una velocidad lenta y constante, y la posición de estiramiento debe de mantenerse durante 30 segundos aproximadamente.
Por su parte, los masajes también pueden resultar de gran alivio en caso de dolores musculares. Este daño está causado generalmente por un exceso de fasciculaciones que conllevan una sobrecarga muscular. Los masajes de las zonas más afectadas pueden ser muy efectivos y analgésicos. El masaje es un sistema que nos ayuda a estar en forma pero también a calmar el dolor. El objetivo del masaje no es otro que el de activar el riego sanguíneo, y a mayor circulación de sangre por nuestro organismo, más oxigenación corporal, lo que se traduce en una disminución del dolor y en una sensación de ligereza, vitalidad y bienestar. Un masaje de relajamiento corporal generalizado debe de ser aplicado en todo el cuerpo y su duración debe de ser de 45 minutos aproximadamente mientras que una masaje terapéutico debe de ser localizado y realizado en la zona de dolor y su duración debe de ser de alrededor de unos 30 minutos.
Foam Roller
El Foam Roller o rodillo de liberación es una herramienta de automasaje que mejora nuestra percepción de dolor y flexibilidad. Se trata de un instrumento que ha ganado mucha popularidad en los últimos tiempos por sus enormes beneficios y su facilidad de uso, aunque hay que tener en cuenta algunos aspectos para utilizarlo de manera correcta. A través de los masajes con el Foam Roller vamos a conseguir un aumento de la temperatura corporal y del flujo sanguíneo, de la misma manera que lo hace un masaje tradicional realizado con las manos, pero con la característica que el masaje con el rodillo de liberación va a ser más profundo y por lo tanto más efectivo. Además, el uso de el rodillo de liberación nos ayudará a liberar la musculatura de pequeñas contracturas, nos permitirá relajar nuestros músculos, va a disminuir la tensión a nivel muscular y va a reducir el estrés muscular.
El Foam Roller ha sido diseñado para realizar un calentamiento antes de realizar cualquier tipo de ejercicio, pero también es de mucha utilidad para evitar las agujetas de después de los entrenamientos, por lo que es muy eficaz tanto para las fasciculaciones como para los dolores musculares, hayamos practicado o no deporte, ya que va a minimizar de una manera notable estos síntomas. Si hacemos sesiones específicas de Foam Roller, es decir sin realizar ninguna otra actividad física, esta herramienta es dónde ofrece su máximo potencial y es que vamos a poder trabajar de manera prolongada y relajada para obtener todos sus beneficios.
Las personas con síndrome de fasciculaciones benignas utilizarán el Foam Roller con el objetivo principal de disminuir la intensidad de las fasciculaciones o bien del dolor y el masaje por cada zona deberá de durar entre 15 y 90 segundos aproximadamente, dependiendo la resistencia de cada persona, y haremos entre 8 y 10 masajes por zona tratada. En términos absolutos una sesión exclusiva de Foam Roller no debe de sobrepasar los 20 minutos como máximo. Existen diferentes tipos de Foam Roller pero el mejor para las personas que sufren fasciculaciones benignas son los rodillos de iniciación, los cuales son totalmente lisos y nos van a permitir trabajar todas las partes de nuestro cuerpo de manera muy efectiva y sin sufrir algunos daños que pueden provocar los rodillos que tienen cortes o hendiduras. Estas son nuestra recomendaciones:
¿Cómo usar el Foam Roller?